El porqué del Tió de Nadal o Tronca de Navidad y su evolución en la figura del «Caganer»
El Tió de Nadal ó tronca de Navidad, tiene sus orígenes en los rituales paganos que celebraban el solsticio de invierno.
En el marco de tiempo de este solsticio se llevaban a cabo diversos rituales de purificación y regeneración con fuego, significando el tránsito y la exaltación de la Luz cuando el sol vence a la oscuridad de las tinieblas y empiezan a alargarse los días.
En concreto el ritual del Tió de Nadal, es un ritual de fuego y combustión como el del solsticio de verano pero de ámbito interior y familiar. Se celebraba en el corazón del hogar. En el fogaril o llar de foc, según la terminología local.
La combustión es una purificación ritual que trae consigo la re.generación y el volver para atrás, el volver al tiempo de origen y recomenzar la existencia con la suma intacta de sus virtudes. Augurio del re.nacer de la naturaleza después del descanso invernal. Este ritual evoca el DESPERTAR DE LA NATURALEZA MUERTA.
Con la combustión se consuma el rito de la regeneración que completa el ciclo vital: nacimiento, vida, muerte y resurrección permitiendo el retorno de nuestros muertos a la vida.
Los espíritus de los familiares fallecidos se guiaran por el resplandor lumínico de nuestros hogares, para volver esta noche a Casa cumpliendo así con el ciclo del eterno retorno. El paso de los muertos a la vida, se significa con la apertura de un portal y la suspensión del tiempo profano.

El imaginario del tiempo suspendido.
La doble barra ( || ) indica la ruptura imaginaria de la continuidad del tiempo.
Diriase que en estas 12 noches sagradas entre el 25 de Diciembre y el 06 de Enero, el mundo puede identificarse con el Caos anterior a la Creación. Nuestro mundo queda pues santificado por la presencia simbólica de los seres inmortales anteriores a los Dioses.
A estos seres sagrados y a nuestros ancestros, protectores y guías que nos procuran bendición y abundancia garantizando la continuidad del clan; se les honraba con múltiples ofrendas; galletitas ó panes pequeños, manzanas, nueces… que con el tiempo han derivado en la ofrenda de regalos y en la repostería típica de Navidad.
En aquel entonces las ofrendas se prendían de los árboles más altos, pues los seres inmortales eran de tamaño gigante.. como los viejos Jentilak pirináicos, aquellos gigantes borrachines y camorristas, al tiempo que bonachones benefactores de la humanidad.
Gigantes primigenios, hoy trasmutados en carboneros, que descendiendo por las chimeneas bajan a los hogares para honrar y bendecir a los niños buenos con dulces y caramelos… y quizá con algún carbón.. o debería decir tizón?
Arboles adornados con manzanas y ofrendas de frutos secos a modo de regalos… emulando el árbol del paraíso del jardín del Edén ó el árbol del conocimiento… parece que todo viene a celebrar lo mismo, no?
Antaño muchos de los árboles frutales silvestres tenían espinas, perales, cerezos, acacias de tres pinchos… se tenía la creencia que los árboles tenían duende y que la combustión de un madero consagrado – con protuberancias defensivas -durante la noche más oscura del año, expulsaba del hogar a los demonios y a los espíritus del lado oscuro, exaltando la Luz. No en vano, las espinas, lo espinoso, simboliza -según la tradición- las dificultades del camino, los obstáculos a superar para alcanzar la luz, el conocimiento ó la trascendencia.
La tronca de navidad se habría escogido de entre estas especies y consagrado con un conjuro. En muchos casos, se reservaba en la leñera desde el solsticio de verano. Debía ser una tronca lo suficientemente grande y hermosa para que una vez prendida mantuviera su lumbre durante las 12 noches y 13 días que durarían los festejos, esto es, desde la noche del 24 Diciembre en que daban comienzo los rituales, hasta la noche del 31 de Diciembre -la fiesta del fin de ciclo- y su prolongación hasta la epifanía del sol invicto al amanecer del 06 Enero.
El ritual y encendido del “nuevo fuego”, se llevaba a cabo reuniendo la vigilia de Navidad a todas las generaciones familiares, niños, adultos, ancianos y ancestros alrededor de la tronca, en el corazón del hogar, para generar una acción conjunta. Ó mejor debería decir para re.generarse conjuntamente con el cumplimiento de este ritual.
La tradición mandaba haber preparado y limpiado el hogar y el tiro de la chimenea para evitar que los tizones y restos de hollín de combustiones anteriores sirvieran de apoyo al descenso de los malos espíritus. Esto se podría relacionar con los ayunos de de.puración del cuerpo.
De acuerdo a la tradición para que algo verdaderamente nuevo pueda comenzar es preciso que los restos y las ruinas del viejo ciclo estén completamente destruidos.
La tronca era portada con sumo cuidado por el cabeza de familia y al llegar al hogar se bendecía
“Buen tizón, buena brasa, Dios bendiga a todos los miembros de esta casa” ó,
“Buen tizón, buena brasa, Dios bendiga al amo y a la dueña de esta casa, y a los que en ella son»
y la tronca de navidad se sazonaba con sal y pimienta antes de ser prendida a fin de potenciar el ritual de purificación y regeneración, aumentando así el caudal de energía propiciando además, una limpieza eterica del hogar y de los allí congregados.
En algunos lugares la tronca era además, ungida ú rociada en un extremo hasta tres veces con chorros de vino para avivar el fuego mientras prendía, al tiempo que se pronunciaban algunos responsos.
Este momento podía culminar con el cabeza de familia levantando el porrón y recitando la frase “Bebe tizón, bebe porrón, tú por a boca y yo por el garganchón” antes de echar un buen trago y santiguarse por la protección de la familia.
En muchas lares catalanas la tronca se ritualizaba llenándola de sazón, a base de flores secas, dulces de caramelo y frutos secos. Toda vez el tronco era bendecido y depositado en el corazón del hogaril, se prendía el «nuevo fuego» y los muchachos lo atizaban para conseguir sus preciados dones entonando canciones navideñas ó villancicos, tal cual en un pasado se conjuraban las oraciones rituales que re.creaban el origen de la creación.
Revivir y celebrar cantando el tiempo de origen, el tiempo feliz en el que las cosas se manifestaron por primera vez…
Las creencias populares atribuían todo tipo de virtudes mágicas y propiedades fertilizantes a las cenizas y tizones resultantes de la combustión de la toza de Navidad.
Las cenizas de la tronca arrojadas a un pozo alejaban a las serpientes.
Beber agua mezclada con las cenizas protegía de las enfermedades,
Las cenizas recogidas en un paño blanco protegían la casa y, vertidas sobre campos y establos protegerían ganado y favorecerían cosechas. Además las cenizas tenían el poder de incrementar la producción de semillas,
Los tizones a medio arder protegían de los rayos y desvirtuaban tormentas, y las cenizas tenían poder seminal y además dicen que acortaban la agonía de los moribundos…
EL TIÓ. Evolución de la Tronca de Navidad
Hoy en día y en tanto que la mayoría de casas de nuestra urbe ya no disponen de chimeneas u hogares donde llevar a cabo el ritual, la tradición popular se ha visto modificada.
El alumbrado público dispone una luminaria especial en nuestras calles para guiar y ensalzar al espíritu navideño de vuelta a casa por Navidad… En Barcelona el imaginario popular tiene su representación simbólica en forma de cabezudo.
En Catalunya, el madero conserva el nombre de aquello que fuere; Tió ó tizón, al que se atizaba para que no pereciera el fuego y nos regalara esa lumbre con la que iluminar nuestro camino durante ese período de transición hasta renacer convertidos en hombres nuevos, huyendo de nuestra propia sombras y nuestros propios demonios mientras duraba la transición de un ciclo al siguiente.
Hoy, a falta de hogariles, se atiza y varea una tronca sonriente y tocada con Barretina (a modo de gorro frigio -con el que se tocaba a los iniciados en los misterios de Eleusis-). Es el Tió ó tizón de navidad. Su combustión ya no es ígnea, sino estomacal… Desde su llegada al hogar al inicio del mes de Diciembre aguarda medio dormida y cubierta con una manta, mientras se la alimenta con pelas de frutas y frutos secos, para que la tronca “cague” y expulse (aún sin combustión ígnea) sus dulces al son de rimas conjuradoras que rezan… Caga Tizón, caga turrón! cada vez que se la atiza.
EL CAGANER. Evolución del Tió
Curiosamente, el Tió no es el único personaje que defeca en el imaginario Navideño Catalán.
Tenemos también la representación de este mismo rito de la tradición ancestral en la figura del Caganer.
Datado en las postrimerías del S.XVII y a colación del Realismo que impera en el Barroco, aparece la figura del Caganer en las construcciones de los Belenes, como elemento significativo del ciclo natural de la vida relegando a la tronca de navidad a un ámbito rural.
El caganer es una representación a pequeña escala de una figura humana que defeca y deja sus heces en la tierra como abono.
Tradicionalmente representaba la figura de un campesino catalán, con una pipa en la boca, ataviado con la indumentaria tradicional catalana (faja y barretina). El caganer, como el Tió contemporáneo, ya no realizan su combustión ígnea en el hogaril, pero si en su estómago. Y como sea que toda combustión conlleva a una expulsión ambos defecan…
En la actualidad existen múltiples versiones de figuras que cumplen con el cometido del Caganer tradicional y que representan personajes públicos entre los que cabe destacar a políticos, actores y deportistas.
Símbolo de prosperidad y suerte. El Caganer se coloca escondido y en un lugar apartado del Nacimiento. No colocarlo comporta desventura!
Tradiciones sostenidas en el tiempo lineal que nos permiten re.tornar al tiempo de origen, al tiempo feliz en el que las cosas se manifestaron por primera vez…. un tiempo en el que la magia estaba presente… por eso se dice que las Navidades son mágicas.
¿Os suena aquello de … vuelve, a casa vuelve…vuelve a tu hogar… Que hoy es noche buena y mañana Navidad! ?
En la actualidad y siguiendo nuestro calendario, la renovación por excelencia se opera en el Año Nuevo cuando se inaugura el nuevo ciclo temporal, coincidiendo con el equinoccio del solsticio, esto es la sexta noche desde el 25 de Diciembre establecida en un pasado como fecha fija del solsticio y que actualmente no se corresponde con la fecha en la que el la que se produce el solsticio astronómico, esto es, cuando el Sol ingresa en la casilla del último signo del zodíaco – Capricornio- que suele oscilar alrededor del día 21-23 de Diciembre.
Pero la renovatio efectuada por el ritual de hacer cagar el Tió durante la vigilia del 25 de Diciembre es, en el fondo la misma operación, una reiteración de la cosmogonia. Como también lo es celebrar el inicio de ciclo con el Roscón de Reyes. El tiempo cósmico circular re.comienza la creación y por ello en estos 12 días se pre-figuran los doce meses del año próximo y otras muchas venturas de nuestro destino.