L’OU COM BALLA. Un prototipo de danza cósmica!
L’Ou com balla ó El huevo que danza es la manifestación secular de la presencia de Cristo en la Eucaristia durante la celebración del Corpus Cristi que en Barcelona, cuenta con algo mas 600 años de historia y tradición.
Se trata de una festividad religiosa de la Iglesia Católica, que celebra el Cuerpo y la Sangre de Cristo, esto es la exaltación de la Eucaristia.
Se celebra el primer jueves posterior al Octavo Domingo después de del de Resurrección, coincidiendo con el final de la Primavera.
En Barcelona no obstante, el Jueves de Corpus dejó de ser fiesta laboral y desde entonces la celebración re.instaurada en 1992, se trasladó al domingo siguiente.
El acto principal de la celebración es la procesión instaurada en 1320, si bien desde 1440 el elemento más característico de la festividad del Corpus, por singular y curioso, es la tradición de l’ou com balla, una representación fenomenológica de la liturgia divina de la Creación.
El origen de la Festividad de Corpus.
La eucaristía es el rito eclesial de culto que rememora la trans.sustanciación del Cuerpo y Sangre de Cristo contenidos en las sagradas formas representadas con el Pan y el Vino durante la última cena.
Había sido menester de la iglesia “bajar” la realidad trinitaria hacia lo visible y humano, para realzar la presencia real de Cristo.
El Cuarto Concilio de Letrán convocado por Inocencio en 1215, había establecido que todo cristiano católico recibiera en la Misa -al menos una vez al año-, los elementos eucarísticos -el pan y el vino- cuando dejara de ser un niño y se preparara para ese encuentro con la confesión, de acuerdo al Sacramento de la Penitencia.
Para esta instrucción era esencial que los fieles comprendieran lo que estaban haciendo cuando recibían la Eucaristía. Así pues el concilio tras numerosas discusiones teológicas y filosóficas concluyó un dogma de fe para dar a comprender el Milagro en la Misa. Afirmaban que […] el cuerpo y la sangre (de Cristo) están auténticamente contenidos en el sacramento del altar bajo las formas de pan y vino, después de transustanciadas por virtud divina, el pan en el cuerpo y el vino en la sangre[…]
Así las cosas, la doctrina de la tras.sustanciación constituye la explicación de tan señalado milagro. Milagro que entusiasmó al vulgo y que propició que la nueva costumbre litúrgica de Celebrar la Eucarístia en la Misa, se extendiera rápidamente por todo el occidente cristiano.
En aquel entonces, los sacerdotes consagraban los elementos eucarísticos elevando el pan y el cáliz con el vino, mientras pronunciaban las palabras latinas que recuerdan lo que Jesús dijo en la última Cena. “Hoc est enim corpus meum”. (Pues este es mi cuerpo). La “elevación de la hostia” se convirtió en el centro de atención y en el anhelo de los fieles católicos de vislumbrar el Cuerpo de Cristo: el momento culminante de la Misa latina occidental. Y eso exactamente, el Cuerpo de Cristo es lo que proyectaban y lo que veían aquellos Barceloneses en l’Ou com balla.
L’ou com balla
Para la celebración del Corpus se hacían bailar huevos sobre los surtidores de agua de claustros y jardines, ornamentados para la ocasión con flores y frutos rojos.
De esta manera los surtidores ornamentales se convertían en auténticos Sagrarios, siendo el Cuerpo de Cristo manifiesto en el huevo, la Sangre manifiesta en el agua y el Cáliz manifiesto en la pila del surtidor ornamentada con elementos naturales.
Si vemos este juego de l’Ou com balla desde un punto de vista más profano, el huevo, el agua y la naturaleza activa son los símbolos trinitarios en nuestro plano físico, de tan secular cosmovisión.
Elementos a nuestro alcance que ponen de manifiesto con esta danza el ritmo ontotriádico de lo creado: la realidad in-ex-siste. la Creación! La danza de la vida!
La dinámica trinitaria del acontecer litúrgico se nos presenta desde una flexión interior de donde brota un contínuo flujo ascendente (in) «anábasis» y un reflujo descendente (ex) «katábasis» objetivándose ambos para sintetizarse en un último movimiento circular (siste). Esta estructura onto-triádica se da en la naturaleza, en el desarrollo evolutivo del individuo, en la historia de los pueblos, en las culturas, en la música … y en concreto se da en este juego de agua donde -el danzar del huevo- se consigue tras la siguiente operación:
Se toma el huevo, se perfora y vacía, se sella y se limpia la cáscara.
Se limpia y se activa el surtidor dejando brotar el agua generando el flujo y reflujo necesarios para mantener el huevo danzando.
Si el flujo y reflujo del agua se mantienen constantes conseguimos verlo danzar, pero si este doble movimiento se interrumpe o decae, no se culmina el juego y el huevo cae y se rompe.
Analogamente, la Gloria trinitaria se manifiesta con el éxito de la operación y este es el motivo principal de toda celebración, prinicipio unficador del acontecer litúrgico y de su doble movimiento Katábasis y Anábasis, glorificación “del” y “al” Cosmos-Creador (doxología), por el memorial del hombre encarnado (anámnesis) en la fuerza transformadora del Espíritu (Epíclesis = invocación al Espiritu Santo).
La liturgia de la eucaristía tiene pues una triple dimensión. Al mismo tiempo es memorial, presencia y profecía:
Memorial de acciones salvíficas realizadas en el pasado, como el memorial del Misterio pascual de Cristo.
La teología trinitaria del siglo XX volvió a conectar el misterio pascual de Cristo con la Trinidad entendida ahora como Vida-Muerte-Resurrección.
De ahí que los huevos de pascua hagan referencia al símbolo de fecundación y regeneración, (regeneración periódica y cíclica).
El huevo es por así decirlo sepulcro y cuna a un tiempo. Y lo es en el sentido de profunda transformación, pues para que nazca una cosa, otra debe morir… El gusano que se transforma en crisálida para nacer como mariposa… En realidad se trata de la muerte y nacimiento del aspecto externo y de la permanencia de lo que es sustancial. Este proceso se corresponde con el modelo de ceremonia iniciática, en las que simbolicamente muere el ser anterior y nace el nuevo ser humano fruto de la iniciación. Se abre pues la posibilidad de cambio o nacimiento a un nuevo mundo que se hace extensible a todos los seres.
Así las cosas a día de hoy, L’OU COM BALLA no es tan sólo una alegoría de la presencia de Cristo en la Eucaristía, y no puede interpretarse exclusivamente bajo la clave Católica del misterio pascual. L’Ou com balla es también un símbolo de una liturgia divina que apunta a una realidad más profunda y que constituye la manifestación de la trinidad revelada.
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